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GRISONES
En el camino entre Tiefencastel y Julier Pass, en el valle Oberhalbstein
Parece que Suiza no se cansa de ofrecernos paisajes románticos, y es en el trayecto por los Grisones donde esto se evidencia en cada kilómetro del recorrido. Nos acercamos a la zona pasando por el cantón de Graubünden. Allí, una aldea rústica, Maienfeld, anclada en el municipio de Bündner Herrschaft, es el telón de fondo de los correteos y juegos de Heidi, el personaje al que Johanna Spyri dio a luz inspirándose en las praderas idílicas de estos parajes. La popular historia de la entrañable niña huérfana, traducida a más de 50 idiomas y llevada al cine y a la televisión, ha sido, de hecho, una de las grandes difusoras de la imagen de una Suiza romántica, ideal y protectora de la naturaleza. Me encanta su-
mergirme en los mundos de esta niña en Heididorf, que recrea la época en la que se creó el cuento infantil, y pasear, asimismo, por el Heidiweg, que nos lleva por un bucólico paisaje hasta la supuesta casa en la que se inspiró la vida de la protagonista del cuento. Con un poco de imaginación, la veremos jugar acompañada de sus amigos Pedro y Clara. El verde de las praderas y pastos de montaña sigue tiñendo la ruta que penetra en lo más profundo de los Grisones, cada vez con más altura, reino de las autóctonas cabras salvajes de los Alpes. Aldeas y pueblos de montaña encarnan la remota región. En sus tiendas y mercados se venden productos locales de gran calidad, marca de autenticidad de esta zona.
Davos, la metrópoli alpina
esencial
A vista de pájaro con el funicular de Muottas Muragl. Desde Punt Muragl, a 700 m, hasta Muottas Muragl, el funicular se eleva sobre esta magnífica plataforma con vistas sobre el macizo de la Bernina, St. Moritz y los lagos de la Alta Engadina. Fue en estos parajes donde vivió el pintor italiano Segantini, cuya cabaña puede visitarse en una de las caminatas por la cumbre. Segantini supo plasmar la belleza de estos paisajes en sus luminosos lienzos.
Nuestra primera parada la hacemos en Davos-Klosters, que es, de hecho, una población importante y llena de vida, considerada la más alta de todos los Alpes, a 1.560 metros de altura. Cuenta con una estación climática de gran prestigio, mientras que su moderno centro de congresos acoge importantes encuentros internacionales. En los meses de invierno, la ciudad se convierte en uno de los referentes de la práctica de deportes invernales. Practicantes de esquí y snowboard de todo el mundo se reúnen en la activa Davos para disfrutar de sus 320 kilómetros de pistas de esquí, 75 kilómetros de pistas de esquí nórdico, dos pistas de hielo artificial y la pista más grande de Europa de hielo natural para patinadores y jugadores de curling. Y si aún nos queda energía para la cultura, merece la pena acercarse al monasterio benedictino de St. Johann, una joya de la época de Carlomagno que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Mil opciones en una ciudad internacional donde es imposible aburrirse. Seguimos por el verde itinerario, que se torna más alpino con los kilómetros. Pasamos por el valle de Müstair para acercarnos al parque
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Lonely Planet Traveller La Gran Ruta de Suiza