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GINEBRA
Cuando sopla la ‘bise’, los días se tornan fríos y claros. Con ese tiempo, se puede disfrutar de un día de compras por el centro de la ciudad o de un alto en el camino en una de las terrazas de las plazas de Ginebra. Los museos también son merecedores de una visita sosegada antes de divertirse junto al río
za. En cambio, si sopla la bise, del norte, los días se tornarán fríos, pero claros y transparentes. En días de sol, cuando el viento da una tregua, merece la pena acercarse a la zona de baños de Bains de Pâquis para refrescarse con la hermosa vista de los Alpes. Y si preferimos no mojarnos, las Mouettes, una especie de taxis acuáticos, nos transportan de una orilla a otra del lago. Rebosante de cultura, Ginebra cuenta con el Grand Théâtre, ópera de la ciudad, y unos 30 museos, algunos muy especiales, como el de la Cruz Roja, el Museo de Arte Contemporáneo (Mamco) y el de la Relojería (Patek Philippe). Y es que es en esta zona de Suiza donde se forjó la intensa actividad relojera de un país que funciona tan perfectamente como sus relojes. La actividad relojera se inició con la llegada del calvinismo más estricto, en el siglo XVI. Fue entonces cuando orfebres y joyeros tuvieron que reorientar sus actividades hacia algo funcional, y los relojes cumplieron ese papel rigurosamente práctico. Con el tiempo, estas máquinas supieron adaptarse a las nuevas necesidades y dieron lugar a una industria internacional. En el Jardín Inglés, el coloreado reloj floral simboliza la ciudad y su preciado tesoro relojero. El tiempo apremia y la Gran Ruta de Suiza no ha hecho más que empezar. Siguiendo la carretera que bordea el lago Lemán, conducimos ahora hasta la otra gran ciudad a orillas del agua: Lausana.
MÁS INFORMACIÓN: www.geneve-tourisme.ch
La Gran Ruta de Suiza Lonely Planet Traveller 11