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BASILEA
poco de fantasía, descubriremos un perfume familiar…: son la Imbergasse y la Pfeffergasse, las calles del jengibre y la pimienta, en tiempos remotos cobijo de mercaderes de especias. El contraste entre la antigüedad de estos rincones y la modernidad de la Basilea actual se toca con la mano en el pequeño estudio de arquitectura y diseño de los hermanos Hilbert, un diáfano local en la calle Nadelberg donde se gestan proyectos arquitectónicos en una de las ciudades que más sobresale en el terreno de la arquitectura actual de todo el continente. “Aunque somos alemanes, para nosotros Basilea es la mezcla perfecta entre lo artesano o incluso casero y lo moderno”. Por su parte, Theresa Stöckin, la vecina de la puerta de al lado, se dedica a la confección de sombreros y gorros con mucho estilo. Diseño y moda, junto con el trabajo casi manual, encuentran, de nuevo, su espacio en el corazón de Basilea. También lo tienen en la calle Spalenberg, donde los escaparates muestran con gracia productos de todo tipo, como en la tienda de Johan Wanner, uno de los mejores exponentes de todo el país por lo que se refiere a decoración navideña. Herr Wanner me recibe con la elegancia que merece el lugar, donde entro apabullada por el color y el brillo de mil y un objetos que construyen a mi alrededor un mundo de fantasía e ilusión casi infantil. “Hay que vivir con un ojo en la infancia”, asegura el afable propietario de la increíble tienda. Y, con las ganas de una niña, prosigo mi paseo, que transcurre por la calle comercial Freie hasta la imponente catedral.
La 'brasserie' del hotel Les Trois Rois completa la deliciosa oferta del otro gran restaurante de este establecimiento, el galardonado Cheval Blanc IZQUIERDA Bruce Nauman y sus obras de neón ponen un grano de arena a la extensa y valiosa colección del Museo de Arte
RASTROS DE HUMANISMO La catedral se levanta en su plaza homónima, la Münsterplatz. Plaza y sede del obispo constituyen un hermoso y vital conjunto. La catedral o Münster conserva restos románicos, especialmente en su claustro, lugar donde se encuentra enterrado el máximo representante del humanismo, Erasmo de Róterdam, muy vinculado a esta ciudad, donde impartió sus enseñanzas. Damos la vuelta al edificio para llegar a la terraza trasera o Pfalz, que, casi a escondidas, nos ofrece vistas privilegiadas sobre el valle del Rin y las cumbres de la alemana Selva Negra y los franceses Vosgos. En un ligero paseo llegamos hasta la Barfüsserkirche (iglesia de los descalzos), y, de aquí, a la vecina plaza del teatro, cuyo moderno edificio es sede de uno de los centros culturales más importantes de la ciudad. El movimiento de tranvías y gentes certifica que estamos en un punto neurálgico de este lugar de contrastes, y como para recalcarlo, una fuente monumental del artista del arte cinético y del reciclaje, Tinguely, salpica alegremente el ambiente. Es el arte que sale de
los museos para invadir la calle, porque parece que a Basilea no le basta con sus más de 30 museos. Por cierto, uno de los más curiosos, el Museo del Juguete, se halla en esta misma plaza. Quizá ha llegado la hora de meter la nariz en la Basilea más cultural. ¿VAMOS DE MUSEOS? En esta ciudad de artesanos y artistas, en este punto de encuentro de humanistas y creadores, el museo como centro de acogida y conservación del arte y la cultura ocupa un lugar primordial. La mayoría de los museos de Basilea son fruto del legado de los ricos coleccionistas de todo tipo a una ciudad sensible a estas valiosas donaciones privadas. Pero, aunque museo suena sobre todo a arte, aquí los hay de muchos tipos. El del juguete, o Spielzeug Welten Museum, ocupa un edificio entero al que accedemos con renovada curiosidad infantil. Y lo que nos espera no nos decepciona. Osos de peluche, casas de muñecas, autómatas, títeres..., perfectamente ordenados por tipos, países de origen y épocas, permiten acercarnos a la
La Gran Ruta de Suiza Lonely Planet Traveller 19